domingo, 15 de noviembre de 2009

Walter scott:

Novelista, poeta, historiador y biógrafo escocés, cuyo trabajo como traductor, editor y crítico, junto con sus novelas y poemas, hicieron de él una de las más prominentes figuras del romanticismo inglés. Nació el 15 de agosto de 1771 en Edimburgo. Trabajó como abogado y, más adelante, como secretario judicial, actividad que le dejaba mucho tiempo libre para escribir.


La actividad literaria de Scott se vio favorecida por su amplio conocimiento de las leyendas y las baladas medievales. Sus traducciones de romances góticos alemanes, en 1796, le crearon una cierta reputación como traductor, que aumentó cuando publicó su edición de las baladas Juglaría de la frontera escocesa, entre 1802 y 1803. Su primer poema extenso, El canto del último juglar (1805), obtuvo un notable éxito, y después de él escribió una serie de poemas narrativos románticos, de la que forman parte Marmion (1808), La dama del lago (1810), Rokeby (1813) y El señor de las islas (1815). En 1813 fue propuesto como poeta laureado de Inglaterra, pero rechazó el ofrecimiento, y recomendó a Robert Southey para que recibiera ese honor. Aparte de las traducciones de poetas extranjeros, realizó también ediciones de poetas ingleses, como la de los escritos de John Dryden, en 1808, y en 1814 las del autor satírico Jonathan Swift.

Dado que su fama como poeta fue decayendo, en gran parte debido al genio de Lord Byron, Scott comenzó a dedicarse más de lleno a la novela. Waverley (1814) abrió una nueva etapa de triunfos literarios para su autor, pues obtuvo un inmediato reconocimiento por parte de la crítica y el público. A ella le siguieron más de veinte novelas históricas escritas durante un breve periodo de tiempo, entre las cuales se cuentan Guy Mannering (1815), El viejo Mortalidad (1816), El corazón de Midlothian (1818), Rob Roy (1818), La novia de Lamermoor (1819), Ivanhoe (1820), Kenilworth (1821), Quentin Durward (1823) y La muchacha de Perth (1828). Su éxito se basaba en su indiscutible talento como narrador, su dominio del diálogo, su aguda observación de la sociedad y sus vivos retratos de gitanos, bandoleros y titiriteros. Según la crítica, Scott poseía un rico estilo literario que combinaba vigor, belleza lírica y claridad en las descripciones. Además de establecer los cánones de la novela histórica, el autor escocés contribuyó a la narrativa breve, fundamentalmente a través de dos historias, La viuda montañesa y Los dos arreadores. Aunque las publicó de forma anónima, su autoría quedó muy clara para sus contemporáneos. Obtuvo grandes beneficios por la venta de sus obras, beneficios que empleó en construir una enorme propiedad en Escocia, bautizada Abbotsford, de la cual en 1820 fue nombrado barón. Asociado a la firma de impresores de James Ballantyne y a la editorial de Archibald Constable, que sucumbieron a la crisis económica de 1826, rechazó ampararse en el fácil recurso de declararse en bancarrota, y estuvo pagando durante el resto de su vida una deuda de más de 120.000 libras esterlinas. En 1827 completó el poema épico Vida de Napoleón Bonaparte. Continuó escribiendo hasta que una serie de ataques acabó con su vida, el 21 de septiembre de 1832. Todas sus deudas quedaron saldadas, a través de la venta de los derechos de autor de sus obras, en el año 1847.




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