lunes, 8 de marzo de 2010

Miguel.

Sustantivación de adjetivas.

Las proposiciones adjetivas, siempre van referidas a un antecedente, y si este antecedente desaparece, las subordinadas adjetivas, pasan a ser subordinadas sustantivas.
Cogió los libros que estaban encima de la mesa.(P.Sub.adj.)
Cogió lo que estaba encima de la mesa.(P.Sub.sust.)
Las proposiciones sustantivadas adjetivas realizan la función de las subordinadas sustantivas.
Los nexo de las oraciones adjetivas sustantivadas son los siguientes:
  • El pronombre relativo que acompañado por un artículo:
      Los que llegaban iban tomando asiento. (P. Sub. Sust. --Sujeto)
  • Los pronombres relativos quien y quienes:
    Todos felicitaron a quien había sido premiado (P. Sub. Sust. -- CD)
  • Los pronombres relativos cuanto, cuanta, cuantos y cuantas:
    Dio la noticia a cuantos se hallaban allí (P. Sub. Sust. -- CI)

miércoles, 3 de marzo de 2010

Sevilla.

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.