domingo, 22 de noviembre de 2009

Trabajo de investigación.

Laísmo, Leísmo y loísmo.
Una de las alteraciones más palpables que se producen con los usos vulgares del español tiene que ver con el uso de los pronombres Le, La y Lo.

Leísmo
– Le y Les funcionan, generalmente, como complemento indirecto tanto masculino como femenino. Así, decimos frases como “Le di un beso”, y nos podemos estar refiriendo a un hombre o una mujer, indistintamente. Y ocurre lo mismo con el plural: “Les di un libro”, a ellos, o a ellas. Ambas posibilidades son gramaticalmente correctas.
Los pronombres Le y Les –los cuales funcionan, como hemos dicho, como complemento indirecto- pasan a utilizarse como complemento directo masculino, refiriéndose a personas. De forma que, en vez de decir “Lo vi”, o “Los vi”, se dice “Le vi” (para él) o “Les vi” (para ellos). En vez de “A tus compañeros los conocí ayer”, decimos “A tus compañeros les saludé ayer”, incurriendo en el fenómeno que se ha denominado leísmo.
En cualquier caso, el leísmo no es un fenómeno especialmente reprobable y que, además está muy extendido, sobre todo en las zonas del sur de España. Si bien sí hay variaciones que son absolutamente aberrantes para el buen uso del idioma, como estas:
– El empleo de Le o Les como complemento directo femenino, de forma que digamos, en vez “Ayer la ví” (a tu hermana, por ejemplo), digamos “Ayer le vi”.
– El uso de Le o Les para hacer referencia a animales o cosas: “¿Has visto al gato?”, Sí, le he visto ahí fuera”. El uso correcto para este caso es, y debe seguir siendo, el uso de Lo.

Laísmo
En ocasiones, los pronombres La y Las (los que han de funcionar como formas del complemento directo femenino), pasan a funcionar como complemento indirecto femenino. Así, no es extraño escuchar “La cosí una falda” (a ella), o “Las dije unas palabras” (a ellas). Este error, al contrario que el uso más extendido del leísmo, es sumamente grave, y se denomina laísmo.

Loísmo
De la misma manera, los pronombres Lo y Los (las que, como dijimos, han de formar parte del complemento directo masculino) pasan a usarse como complemento indirecto masculino. “Lo dio una bofetada” en lugar de “Le dio una bofetada”. Es el mismo caso que veíamos con el laísmo, pero aplicado al género masculino, y se denomina loísmo, siendo igual de grave que el anterior.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Alejandro Dumas (Padre)


Nació el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterêts, Aisne, Francia.
Era hijo de un General y nieto de un noble que se había radicado en Santo Domingo.
Su educación fue más basada en las lecturas, especialmente de aventuras de los siglos XVI y XVII, que realizó con profusión mientras trabajó con el Duque de Orleans, en París. Era también un asiduo concurrente a las representaciones teatrales y sus primeros escritos fueron obras de teatro. Escribió en este género, Enrique III y su corte, en 1829, y la pieza romántica Cristina, en 1830; ambas de gran éxito en las tablas de la época.
Fue un escritor muy prolífico, publicó alrededor de 1.200 volúmenes, aunque se supone que muchas de ellas fueron escritas en colaboración con otros escritores menores.
Pero la mayor fama en la literatura romántica francesa la alcanzó con sus novelas históricas: "Los tres mosqueteros" (1844) y "El conde de Montecristo" (1844).
Otras obras de éxito son, en teatro, "Antonio" (1831), "La torre de Nesle" (1832), "Catherine Howard" (1834), "Kean, o desorden y genio" (1838) y "El alquimista" (1839).
Fue nombrado como Dumas padre puesto que su hijo tenía el mismo nombre y también fue escritor.
Obtuvo por sus publicaciones enormes ingresos, pero apenas alcanzaban a pagar sus gastos, conservar la finca en las cercanías de París (Montecristo), mantener a numerosas amantes (una de las cuales era la madre de su hijo Alexandre), adquirir obras de arte y afrontar grandes pérdidas económicas en empresas riesgosas, lo que lo llevó a terminar sus días prácticamente en bancarrota.
Murió el 5 de diciembre de 1870.

Alexandre Dumas (Hijo)
(1824-1895)
Fue también dramaturgo francés de importancia.
Sus personajes presentan problemas de seres marginados y víctimas de los convencionalismos.
Es autor de "El hijo natural", "Las ideas de Madame Aubray" y "La dama de las Camelias", obra que se presenta en esta página.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Walter scott:

Novelista, poeta, historiador y biógrafo escocés, cuyo trabajo como traductor, editor y crítico, junto con sus novelas y poemas, hicieron de él una de las más prominentes figuras del romanticismo inglés. Nació el 15 de agosto de 1771 en Edimburgo. Trabajó como abogado y, más adelante, como secretario judicial, actividad que le dejaba mucho tiempo libre para escribir.


La actividad literaria de Scott se vio favorecida por su amplio conocimiento de las leyendas y las baladas medievales. Sus traducciones de romances góticos alemanes, en 1796, le crearon una cierta reputación como traductor, que aumentó cuando publicó su edición de las baladas Juglaría de la frontera escocesa, entre 1802 y 1803. Su primer poema extenso, El canto del último juglar (1805), obtuvo un notable éxito, y después de él escribió una serie de poemas narrativos románticos, de la que forman parte Marmion (1808), La dama del lago (1810), Rokeby (1813) y El señor de las islas (1815). En 1813 fue propuesto como poeta laureado de Inglaterra, pero rechazó el ofrecimiento, y recomendó a Robert Southey para que recibiera ese honor. Aparte de las traducciones de poetas extranjeros, realizó también ediciones de poetas ingleses, como la de los escritos de John Dryden, en 1808, y en 1814 las del autor satírico Jonathan Swift.

Dado que su fama como poeta fue decayendo, en gran parte debido al genio de Lord Byron, Scott comenzó a dedicarse más de lleno a la novela. Waverley (1814) abrió una nueva etapa de triunfos literarios para su autor, pues obtuvo un inmediato reconocimiento por parte de la crítica y el público. A ella le siguieron más de veinte novelas históricas escritas durante un breve periodo de tiempo, entre las cuales se cuentan Guy Mannering (1815), El viejo Mortalidad (1816), El corazón de Midlothian (1818), Rob Roy (1818), La novia de Lamermoor (1819), Ivanhoe (1820), Kenilworth (1821), Quentin Durward (1823) y La muchacha de Perth (1828). Su éxito se basaba en su indiscutible talento como narrador, su dominio del diálogo, su aguda observación de la sociedad y sus vivos retratos de gitanos, bandoleros y titiriteros. Según la crítica, Scott poseía un rico estilo literario que combinaba vigor, belleza lírica y claridad en las descripciones. Además de establecer los cánones de la novela histórica, el autor escocés contribuyó a la narrativa breve, fundamentalmente a través de dos historias, La viuda montañesa y Los dos arreadores. Aunque las publicó de forma anónima, su autoría quedó muy clara para sus contemporáneos. Obtuvo grandes beneficios por la venta de sus obras, beneficios que empleó en construir una enorme propiedad en Escocia, bautizada Abbotsford, de la cual en 1820 fue nombrado barón. Asociado a la firma de impresores de James Ballantyne y a la editorial de Archibald Constable, que sucumbieron a la crisis económica de 1826, rechazó ampararse en el fácil recurso de declararse en bancarrota, y estuvo pagando durante el resto de su vida una deuda de más de 120.000 libras esterlinas. En 1827 completó el poema épico Vida de Napoleón Bonaparte. Continuó escribiendo hasta que una serie de ataques acabó con su vida, el 21 de septiembre de 1832. Todas sus deudas quedaron saldadas, a través de la venta de los derechos de autor de sus obras, en el año 1847.




lunes, 9 de noviembre de 2009

El Monte de las Ánimas.

Atrio:
Espacio descubierto, y por lo común cercado de pórticos, que hay en algunos edificios.

Andén que hay delante de algunos templos y palacios, por lo regular enlosado y más alto que el piso de la calle.
Jirones:
Pedazo desgarrado del vestido o de otra ropa.
Sudarios:
Lienzo que se pone sobre el rostro de los difuntos o en que se envuelve el cadáver.
Breñas:
Tierra quebrada entre peñas y poblada de maleza.
Toscas:
Grosero, sin pulimento ni labor.
Joyel:
Joya pequeña.
Brocado:
Tela de seda entretejida con hilos de oro o plata o de seda más brillante formando dibujos de flores, animales o figuras geométricas: colgaduras de brocado; paño de brocado.


martes, 3 de noviembre de 2009

Definición de ritmo.

Es el orden acompasado en la sucesión de las palabras de una obra literaria. . En el verso se produce por la repetición periódica de pausas, de acentos, y de ciertos fonemas situados al final de cada verso. En la literatura española, y en la mayoría de las literaturas de origen románico, el verso está basado en la existencia de cuatro ritmos, que no tienen porqué aparecer coexistiendo en el poema. La aparición o no de ellos depende, fundamentalmente, de los gustos del poeta y, fundamentalmente, de la época. Estos cuatro ritmos están identificados con las cualidades del sonido, y son: El ritmo de cantidad, Lo marca el número de silabas métricas que tiene un verso. El ritmo de intensidad, Lo marca los acentos prosódicos, o de intensidad, que aparecen en el verso. Tanto su número como su situación son variables, pero siempre ha de aparecer un acento de intensidad en la penúltima sílaba métrica, llamado acento estrófico. El ritmo de tono, Lo marca la entonación de los grupos fónicos. La longitud de cada grupo fónico (y su significado) junto a las pausas determinan el tono de la estrofa. El ritmo de timbre, Lo marca la rima, que es la repetición total o parcial de ciertos fonemas al final de ciertos versos, a partir de la última vocal acentuada, o el acento estrófico.